Basulto (1998) señala que la escritura, según la observación, constituye una actividad comunicativa fundamental que requiere de un alto nivel cultural por parte de quien la practica. No se trata simplemente de un acto mecánico, sino de un proceso de creación de textos que implica un cuidadoso desarrollo tanto del pensamiento como de la forma de expresión por medio de la escritura. Esta perspectiva dialéctica de la escritura que conecta el pensamiento con la acción de escribir subraya la estrecha relación entre el contenido y la forma, la cual debe ser considerada como prioritaria y el núcleo central de cualquier ejercicio de escritura que se quiera llevar a cabo. Una buena redacción debe tener en cuenta ciertas características: Claridad: si el objetivo al escribir es que un amplio público nos comprenda, es imperativo entonces de que la ideas deben ser claras y que la exposición; por ende, deberá ser también transparente. Según Vivaldi (1990) esto implica tener una "visión clara de los hechos o de las ideas y una exposición clara y fluida de los mismos" (p. 28). La claridad mental o de ideas debe reflejarse en un lenguaje sencillo, utilizando palabras transparentes y frases concisas. El propósito es que el pensamiento del autor llegue a la mente del lector con facilidad desde la primera lectura del texto. Si un texto requiere una relectura obligatoria, esto podría indicar que es oscuro o confuso. Este autor también sostiene que la claridad implica que la expresión sea accesible para una persona con un nivel cultural medio. Esto significa que las ideas deben ser transparentes, los conceptos bien asimilados y la exposición limpia, utilizando una sintaxis correcta y un vocabulario que sea comprensible para la mayoría de las personas, sin ser demasiado preciso ni técnico. La concisión requiere un esfuerzo deliberado. Implica depurar el estilo, tamizarlo, eliminar lo innecesario y aclararlo. Debemos evitar la redundancia, la verborrea y añadir ideas secundarias que no aporten a la idea principal, ya que en realidad la debilitan. En resumen, la concisión aporta agilidad y vivacidad al estilo de nuestra escritura al emplear verbos activos y dinámicos. Sencillez: ser natural significa expresar las ideas de manera auténtica y sin artificios, utilizando el propio vocabulario y estilo habitual. Por su parte, Zavala (1997) considera que la sencillez es una virtud rara que abarca tanto la estructura de las frases como el lenguaje empleado. Asegura que alejarse de la complejidad es una muestra de modestia. En su opinión, la sencillez se traduce en una expresión directa y precisa de las ideas, sin adornos innecesarios ni palabras pomposas que nadie usa en la vida cotidiana; en otras palabras, se trata de escribir con naturalidad.
A partir de la lectura se deciden incorporar todas las ideas que enriquecen el pensamiento y, por ende, el discurso. La decisión se refleja en el subrayado y la creación de fichas de trabajo que pueden ser textuales, de comentario o una combinación de ambas, donde se acumula el conocimiento obtenido de las fuentes documentales. En una evaluación inicial de estas fichas de trabajo se da paso a la planeación o preescritura. Esto se traduce en la creación de una lista de ideas que se va elaborando poco a poco. De manera análoga, en la investigación o escritura se busca ordenar y clasificar el material de manera rigurosa. Por tanto; en el momento de clasificar es importante estructurar los temas y subtemas. Finalmente, enumerar o jerarquizar las ideas para comenzar con el proceso de la primera redacción del manuscrito.
Es momento de comenzar a escribir teniendo en cuenta el apartado anterior: ideas ordenadas y jerarquizadas que servirán de base para iniciar el escrito. El objetivo principal es guiar al lector a través de los pasos sucesivos de la exposición. Para ello es importante tener claro las partes del trabajo académico:
La introducción, en esencia, es la presentación del problema o tema que se está estudiando o escribiendo. Si se trata de un proyecto de investigación se utilizarán verbos en futuro para expresar lo que se investigará, mientras que, si es un informe de investigación, se empleará el pretérito para describir lo que se ha investigado. En ambos casos, esta parte del escrito se considera una promesa destinada a cautivar al lector y mantener su interés en la lectura.
La introducción responderá a cuatro preguntas fundamentales de manera clara, concisa y convincente: a. ¿Qué voy a investigar? ¿Cuál es el problema, tema u objeto de estudio que me interesa? b. ¿Por qué me interesa investigar este problema? ¿Cuáles son las causas o razones detrás de mi interés en este asunto? Esto incluye la justificación del estudio, que debe contextualizar el problema con antecedentes relevantes. c. ¿Para qué voy a estudiar este problema? Aquí se indican los objetivos y metas de la investigación o del escrito. La relación entre la justificación y los objetivos debe ser clara. d. ¿Cómo voy a abordar el problema? Esta pregunta se enfoca en la metodología utilizada, incluyendo el enfoque teórico y metodológico en el que se basa la investigación o el escrito que se está presentando al lector.
El desarrollo o cuerpo del documento: La organización del escrito depende en gran medida de la extensión que se pretenda dar al mismo: capítulos o párrafos que darán forma al discurso final. Cada párrafo debe centrarse, en la medida de lo posible, en un hecho o una idea particular, desarrollando sus aspectos de manera que constituya una unidad sólida, como una auténtica columna vertebral del discurso bien estructurado.
Tanto para los párrafos como para los capítulos la estructura expositiva debe comprender la presentación inicial de una idea, seguida de explicaciones, pruebas, discusiones y citas referenciadas correctamente que avalen su proceso de investigación.
Conclusiones: comienza con un breve resumen de tu trabajo recordando el tema y los objetivos de tu investigación. Destaca los hallazgos más importantes y los resultados obtenidos en tu estudio. Utiliza un lenguaje claro y evita la jerga innecesaria. Es importante que tus hallazgos respalden los objetivos y que estos respondan a las preguntas de investigación planteadas. Explica tus hallazgos y su relevancia en el campo académico o en el ámbito estudiado. Finaliza tu conclusión con una frase impactante o una reflexión final que cierre tu trabajo de manera satisfactoria.
Autora: M. Sc. Yolaisy Sánchez